25/2/10

¡Viva Zapata!

Estoy seguro de que muchos de los que hemos tenido la fortuna de viajar alguna vez a Cuba hemos sentido la noticia de la muerte del disidente Orlando Zapata Tamayo de una manera muy especial y dolorosa. La primera vez que llegué a la isla, en pleno "periodo especial" (con esa jerga grandilocuente con que gusta el régimen tiránico de adornarse), la impresión que saqué es que aquello no podía sostenerse por mucho tiempo. Creo que fue en el año 93. La segunda fue en febrero de 2002. En el asiento contiguo del avión, a mi lado, iba Lily, una adolescente de catorce años que llevaba viviendo cinco en Vallecas. Cinco años sin ver a su padre. Su destino, Cabaiguán. Me pregunto que habrá sido de Ailieni después de todos estos años. Repaso las notas que tomé durante el viaje en mi cuaderno de hojas cuadriculadas. En La Habana alquilé un taxi para todo el día. El conductor me comentó que la gente se había acostumbrado a esperar la muerte de Fidel como el camino más seguro para la transición hacia un régimen democrático. En la calle se respiraba el hastío de la población. Los edificios se iban desmenuzando como terrones de arena. En algún barrio el agua se abastecía con cisternas. Mientras, la enésima epidemia de dengue, tampoco admitida oficialmente por el régimen, aturdía al país.

Lo que más me sonrojó de aquel viaje fue la constancia de la hipocresía en la que se había instalado el sistema castrista. Su doble moral, el doble país dentro del país: uno, organizado de cara al turismo (la fuente oficial para obtener la divisa estadounidense), con todos los lujos que se puedan imaginar (en el viaje de prensa estuvimos cenando en un exclusivo restaurante habanero que contaba con una amplia bodega donde se podían encontrar los mejores vinos de medio mundo, por ejemplo); y otro, el país de la escasez y la indignidad, para los cubanos. Han pasado ocho años y durante siete de ellos Orlando Zapata Tamayo ha vivido recluido en prisiones de su país. Ayer concluyó su encierro: una huelga de hambre de 85 días para denunciar las condiciones del mismo, las torturas y arbitrariedades, ha concluido con su muerte. Otro buen ejemplo de esa doble vara de medir que caracteriza a los hermanos Castro. Desde la distancia, desde el dolor y la solidaridad con su familia, con su madre, sólo me queda esperar que, de una vez por todas, el final del régimen esté al caer. Y que el pueblo cubano recupere, ahora sí de verdad, su dignidad en libertad. Y que cese la diáspora. Quedan otros 199 presos políticos en las prisiones castristas. Más info: Blog de Yoani Sánchez

Con Antonio Martínez Sarrión en el CBA

Como debieron comentar Cándido Méndez y Fernández Toxo la tarde del pasado martes en Madrid, al comprobar la escasa asistencia a la manifestación convocada por los sindicatos mayoritarios, también es mala suerte que en una fecha elegida con más de cinco semanas de antelación te programen, en el mismo lugar y a la misma hora, otra de Juan Cruz. Vimos el martes en el CBA muchas caras conocidas y todas, claro, se excusaron por tener que asistir a la presentación del libro premiado del ubicuo Juan Cruz. Bueno, a lo que iba, nuestro acto anduvo ajustadico de público (como siempre en estas cosas), pero muy interesante. En la mesa (y en la foto, de izquierda a derecha, Manuel Rico, Antonio Martínez Sarrión y Julieta Valero. Se habló de la poesía del manchego, de ese verso bronco y cargado de ironía y de alergia a toda forma de sentimentalismo que cabalga por las páginas de Muescas del tiempo oscuro y Teatro de operaciones. Desfilaron, por la sala, nombres como los de Octavio Paz, Carlos de la Rica, Ángel Crespo, Gabino Alejandro Carriedo. Haroldo de Campos o Marcial de Melo). Y Martínez Sarrión, que anunció para este año nuevo libro inédito en Tusquets, se declaró en una actitud de "absoluto encabronamiento. Un setenta por ciento debido a la vejez. El treinta restante es una bronca por la manera en que el género humano afronta un horizonte cada vez más sombrío en el que nadie juega al órdago, en definitiva".

23/2/10

En la velada de los Premios Cálamo

El viernes pasado acudí, después de dos años de ausencia, a la gala de entrega de los Premios Cálamo en el restaurante Garden de la capital maña. Los lectores de la librería que dirije Paco Goyanes votaron Aire nuestro (de Manuel Vilas, Alfaguara) como la mejor novela publicada en 2009 en España. Vilas estuvo en plan Vilas, muy de Barbastro, muy poco estelar, casi como un personaje de su novela salido del Purgatorio que deambulara por el Garden con una copa de tinto Cariñena en la mano. Me gusta Vilas. Me gusta Aire nuestro. Uno se descojona leyendo esta novela. Y, como dijo él en su discurso la otra noche en el Garden, reir es una forma de amar (o algo parecido). Pude abrazarle, también. Y darle mi enhorabuena. Vilas dice que la amistad está por encima de la literatura. Bueno, yo creo que no hay que confundir camaradería, compañerismo, hasta "hacer piña", con amistad. Viene esto acerca de ciertos desencuentros blogueros en torno a la literatura afterpost. Yo creo que la literatura, la buena literatura, anda muy por encima de las corrientes. Es como el cielo, que siempre quedará por encima de las espumas y las olas. Y no por no coincidir en los lametones a la nocilla se es mejor o peor amigo ¿no? Yo, que nunca he sido amigo de Manolo Vilas, puedo expresar mis gustos personales sin temor a quebrantar ninguna ley invisible de la misma: prefiero, de lejos, respirar ese aire nuestro que exhala la novela del de Barbastro que engullir una rebanada de pan con nocilla coruñesa.

Por lo demás, la velada estuvo en su línea aunque se notaban bastante las ausencias. La crisis, las desavenencias y ciertas decisiones empresariales parece que pesaron bastante en el ánimo de los que fueron y, también, de los que no lo hicieron. Yo creo que Zaragoza se merece mantener esta fiesta por el bien de los amantes de los libros. Por el bien de todos nosotros, lectores.

19/2/10

Martínez Sarrión - Presentación en el Cículo de Bellas Artes

El próximo martes 23 de febrero de presentaremos en la Sala Nueva del Círculo de Bellas Artes de Madrid, a las 19:30 h, el último poemario publicado en la serie Lecturas21 de la colección Bartleby Poesía:


Muescas del tiempo oscuro y Teatro de operaciones

de Antonio Martínez Sarrión.


Intervendrán: Manuel Rico, Julieta Valero y el autor.

Nos gustaría contar con vuestra asistencia.

16/2/10

Un olvido

¿A qué autor superventas corresponde el "brillante" diálogo que colgué ayer? Se admiten (muchos) comentarios...

15/2/10

Fragmento de diálogo en una ficción

/.../ Luego, durante unos instantes, no dice nada. Simplemente dirigen sus pasos hacia la estación. Mientras anda, T. silba flojito.
-¿Y a qué hora amanecerá por fin? -le pregunta M.
T. lanza una ojeada al reloj de pulsera.
- A ver, en esta época del año..., pues, más o menos, a las 6:40. Resulta que en esta época del año las noches son más largas. Aún será de noche un rato más.
- Ya estoy harta de la oscuridad.
- Es que, originariamente, a estas horas tendríamos que estar durmiendo ¿sabes? - dice T.-. Si miráramos el curso de la historia, hace muy poco tiempo que el ser humano empezó a salir sin peligro durante las horas de oscuridad. Antiguamente, los hombres, en cuanto anochecía, tenían que refugiarse en las cavernas para proteger sus vidas. Y nuestro reloj biológico todavía está programado para domir en cuanto se pone el sol. /.../

8/2/10

John Berger y Tony Lyons

Conocí a Tony Lyons por una de esas casualidades que convierten la vida en un tránsito agradable. Una amiga común me animó un día a que la acompañara a visitar a un señor inglés que vivía en un viejo colmenar situado junto a una cañada, lejos de todo, entre Manzanares el Real y Soto del Real, en la Sierra madrileña. Tony, amigo de sus amigos, nos recibió aquella tarde en El Recuenco (así se llamaba su refugio) y se instaló, ya para siempre, en mi vida. Un dibujo al carboncillo fechado el 25/11/98 y titulado "Viene la lluvia" preside una de las paredes de mi rincón de trabajo y me ha acompañado, desde entonces, en las mudanzas y desengaños; también en las alegrías. Puedo contemplar así, a cada momento, el mismo paisaje serrano que contemplaron los ojos de Tony, Tonio, aquel lejano otoño de hace ya tantos años, mientras sus dedos trabajaban sin prisa sobre el lienzo. Tony era un gran conversador y un enorme lector. Recuerdo siempre su refugio lleno de pequeños montones de libros y periódicos que le iban prestando los amigos o su hija, Ana, que por entonces trabajaba en Alfaguara. Recuerdo su gesto afable y su voz. También las palabras de ánimo que fueron envolviendo nuestros libros a medida que Bartleby fue creciendo. Siempre tenía una expresión agradable para regalarte. Recuerdo ahora una exposición con sus trabajos que hizo en una galería de arte de la zona de Chueca a principios de 2000 (creo). Su amigo John Berger escribió un certero texto sobre su personalidad, un trabajo trufado de anécdotas personales que certificaban con precisión la tenaz personalidad de Tony Lyons. Incluso cuando la salud empezó a minarle sus fuerzas, él persistió en seguir yendo por su refugio, a veces solo, otras acompañado de su amigo Eugenio Viejo, otras de alguna de sus hijas. Para Tony El Recuenco era la vida. Por eso me he alegrado hoy al leer el artículo sobre el homenaje en el Museo del Prado a John Berger y el recuerdo que él hace de su buen amigo Tonio. Lo publica hoy El País. Gracias a Tony Lyons, a su amistad con John, pudimos finalmente publicar en la colección Miradas de Bartleby una pequeña joya escrita por Berger sobre las esculturas de Giacometti. El libro se titula Esa belleza y se ilustra también con las fotos del belga Marc Trivier. El libro ganó en 2006 el Premio Especial Cálamo, otorgado por la librería zaragozana del mismo nombre. Y vamos a sacar una tercera edición en breves semanas. Es lo de menos: como digo, me ha emocionado especialmente el homenaje que hace John Berger a la memoria de su gran amigo madrileño Tony Lyons. Yo sólo puedo compartir mi emoción y dejaros el enlace con la entrada que publiqué en septiembre de 2007 cuando Tony nos dejó un poco más solos en la lucha.

Invicta poesía

Me gustó muchísimo más el anterior largometraje de Clint Eastwood, Grant Torino, que el que ha llegado a nuestros cines en las últimas semanas: Invictus. Buena la caracterización de Nelson Mandela que realiza Morgan Freeman. Detesto, por otro lado, la utilización de los grandes eventos deportivos para las reivindicaciones identitarias: de eso ya sabemos mucho por estos lares. Interesante la proyección que se hace de la poesía ante el gran público: un arma cargada de futuro. Imposible no recordar el libro de Wole Soyinka que publicamos semanas atrás y que fue escrito durante los meses de encarcelamiento incomunicado que padeció en los años sesenta en Nigeria. Mandela le entrega al capitán del equipo nacional de rugby sudafricano un poema manuscrito titulado como el largometraje, Invictus. La actitud reconciliadora del lider negro recorre los versos del poema y actúa como correa de transmisión en el espíritu del capitán hacia el resto de compañeros del combinado. Tal vez exista cierta incapacidad del cine para concentrar en una cinta toda la carga emocional del reencuentro entre razas que se produjo en la Sudáfrica post-aparheid. En ese sentido los logros de Eastwood me parecen muy limitados (en comparación con su anterior película). Invictus emociona a ratos pero, al final, uno acaba con la sensación de haber asistido únicamente a una recreación épica de una gesta deportiva. Y para gestas ya tenemos al Atleti.

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