La otra ciudad: Santander
Hace 10 años
Desde entonces, cuando me ve, se cruza a la otra vereda, GIOVANNA RIVERO (Niñas y detectives).
Me gusta, siempre que puedo, disfrutar de las mañanas de los sábados y de los domingos como lo hacen los demás. Sin viajes y sin las prisas por el trabajo pendiente que hay que entregar cuanto antes, sin correr con cajas de libros de un lado para otro o sin andar mosqueado porque los libros no están donde uno cree que deberían estar. Hoy es una mañana de esas (pocas al año, la verdad). He dedicado casi cuatro horas a una de las actividades más gratificantes de este trabajo: husmear por internet en busca de autores. Así llegué, en su momento a Giovanna Rivero (a quien hoy, por cierto, la encuesta que publica Babelia ha calificado de "personalidad"). En mi búsqueda de esta mañana plomiza de noviembre, hacía meses que no había podido faenar con las redes bien dispuestas, han surgido varias posibilidades de esas que te llevan un cosquilleo al estómago y, sobre todo, te devuelven la ilusión en la edición. Veremos a qué puerto llegamos en esta travesía. De momento ayer mismo me confirmó Luis Ingelmo que este próximo lunes nos enviará sin falta el resultado de sus últimos meses de trabajo: se trata de Una lanzadera en la cripta, el primer poemario traducido al castellano que se publica en el mundo de lengua hispana del primer Premio Nobel africano de la historia: el nigeriano Wole Soyinka. Me ha confirmado Ingelmo que se trata, sin lugar a dudas, del trabajo de traducción más exigente y complicado que ha realizado en su vida. Pero también me ha asegurado que se trata de un libro sobresaliente que sorprenderá a los lectores. Y eso es lo que yo quiero: libros arriesgados para lectores exigentes con traducciones de calidad. Estoy firmemente convencido de que la única manera de sobrevivir en este tormentoso océano de la edición de poesía en español donde unos (pocos) viajan en velero y los demás (muchos) navegamos en cayuco, es la apuesta por la calidad y el compromiso firme con nuestros lectores. Ah, otra buena noticia: Jaime Priede vuelve a trabajar en una traducción para nuestra colección de poesía: se trata de Elegy, el poemario de la estadounidense Mary Jo Bang galardonado con el National Book Critics Award en 2007. Jaime es una parte fundamental de lo que Bartleby Editores ha llegado a ser en estos doce años. Y su nombre está ligado a muchos de los autores con los que hemos crecido: Anne Michaels, Raymond Carver, John Berger y C. K. Williams.
A) Organismo público invita a poeta, preferiblemente latinoamericano y galardonado con algún premio relevante, para impartir talleres, lecturas, charlas y conferencias varias durante un período más o menos corto en Madrid (desplazamientos y estancia pagada) B) Editorial privada obtiene subvención pública para editar libro de poeta invitado. C) Poeta invitado aprovecha estancia y viaje sufragado por organismo público para presentar libro publicado por editorial privada.
El otoño con sus cosechas: este mediodía la alegría de ver premiado el esfuerzo de dos grupos en los que trabajan algunos amigos y colaboradores, todos de la capital cordobesa: la organización del festival Cosmopoética y el suplemento literario de El Periódico de Córdoba, Cuadernos del Sur, galardonados con el Premio Nacional al Fomento de la Lectura en la edición 2009. La semana pasada, la editorial Gadir -junto con Marcial Pons-, Premio Nacional a la Mejor Labor Editorial 2009. Algo de luz en la noche, sin duda. Hoy la confirmación telefónica de que Szymborska había quedado muy satisfecha con nuestra edición de Aquí. Ayer fue entrevistada en exclusiva, en Cracovia, por el diario El País y esperamos (y deseamos) ver publicado pronto ese trabajo. Todo el mérito de esta incursión en el refugio de la Premio Nobel polaca es de Abel A. Murcia Soriano: Szymborska no es muy amiga de conceder entrevistas y hubo que hacer un paciente trabajo para conseguir que aceptara la propuesta de este diario, realizada por Javier rodríguez Marcos. Abel A. Murcia ejerció, además, de interprete durante la misma. Dos horas y media largas de jugosa conversación. Como jugoso fue mi encuentro con Javier Lahoz el viernes pasado en la Librería Central, de Zaragoza. Javier había puesto bien visible el cartel sobre la publicación del último poemario de Szymborska en el escaparate de su librería y, además, mantiene en un lugar privilegiado nuestros libros de narrativa y poesía. Siempre que paso por allí la tienda anda a tope de gente pero él logra hacerme un hueco y comentar, pacientemente, la situación actual del mercado, sus trabas y dificultades para poder ejercer una tarea de librero con cierta consecuencia. También aproveché para saludar al incombustible Paco Goyanes, de Cálamo, y prometerle que asistiré (esta vez sí) a la próxima edición de los premios Cálamo (una velada inolvidable que se celebra, cada año, en torno al 15 de febrero).
Daniel Monzón ha construido en su última película, Celda 211, un thriller carcelario que escapa (con nota muy alta) a la atonía general que adormece al cine español. Realismo sucio donde los funcionarios se confunden con los convictos y el mundo se muestra tal como es, patas arriba, difuminando las lineas que separan a los de dentro y los de afuera: los malos no son tan malos y, en el fondo, los buenos son bastante hijos de puta. Sólo hay que leer los periódicos cada mañana para darse cuenta de la melancolía en la que vivimos atorados. Vamos, que dan risa los trajes de Camps. El elenco de actores, con un Luís Tosar firme candidato al Goya al mejor actor protagonista y un Alberto Ammann que lo borda, hace un trabajo encomiable. Un ejemplo: Daniel Monzón ha conseguido que Resines no haga de Resines por una vez en su carrera. Eso sí que es un éxito. Y todo dulcificado por el breve e intenso contrapeso de Marta Etura, Elena en la película. La cinta se rodó en la antigua cárcel de Zamora: cuesta pensar que a día de hoy pueda haber centros penitenciarios en funcionamiento con esas condiciones en España. Es el único pero que le veo al juego que nos plantea Monzón. Aunque, probablemente, es que yo vivo en la inopia. Se estrena el 6/11 en toda España. Y no hay que perdersela.


Cuando era pequeño mi padre nos contó de dónde procedía nuestro primer apellido: Paz. Bello y utópico, el apellido. Nuestro antepasado era originario de algún lugar desconocido de la provincia de Ourense y habría acabado en Madrid ganándose la vida muchas décadas atrás. Poco más datos se podrían añadir a esta difusa historia infantil. Supongo que su oficio sería el de carpintero (pero esto es sólo una suposición: mi bisabuelo y mi abuelo lo fueron después, cuando los oficios se transmitían de padres a hijos). No sé si esto explica, en cierta forma, el gusto familiar por el noroeste peninsular, por el azote del viento frío en la cara, por el mullido sonido de las pisadas al caminar a través del bosque umbrío, por los horizontes verdes y azules. Lo cierto es que cada vez que el trabajo me lleva a Galicia disfruto doblemente. Estos tres últimos días he recorrido parte de las comarcas que bañan los ríos Arnoia y Limia, entre Allariz y Maceda -por un lado- y Celanova y la Raya portuguesa, por otro. También la vasta llanura que rodea Xinzo de Limia y sus lagunas. Una pequeña porción del suroeste de la provincia orensana. La tierra natal de Celso Emilio Ferreiro. Me he aventurado por imposibles carreteruchas secundarias que enlazan remotas aldeas donde aún pervive, en cierta forma, ese mundo ancestral en el que palpita buena parte del espíritu que reflejara Castelao. Quedan, de este viaje, la personas con la que he charlado estos días: Javier y Rosa, del Hospedaxe Rosa Castelá, en el casco velho de Allaríz. También Julio y Pilar del hotel O Portelo Rural (en la rúa Portelo, de esta bella localidad), Javier -cocinero y encargado- de la Rectoral de Ansemil y Héctor, del Pazo A Fábrica, en Celanova. Luigi y Mari Carmen, del restaurante Pallabarro (Allaríz). Ana, de la Casa Rosa de Maceda. Pablo, del Museo do Coiro, y Teresa, de la Oficina de Tuirsmo, en Allaríz. Y Ramón, de la Rectoral de Candás. Quedan también paisajes inolvidables, como el Ecoespacio de Rexo (en Requeixo de Allaríz), donde sobrevive el bosque pintado por Agustín Ibarrola hace ya una década junto al cauce del Arnoia (en el mismo lugar en el que se se rodaron algunas de las escenas de la película con la que José Luis Cuerda escarallou el libro de relatos de Manuel Rivas La lengua de las mariposas). Castromao y la torre medieval de Vilanova dos Infantes. Los vestigios romanos que cincelan el trazado de la vía nova de sur a norte, desde el punto fronterizo de la Portela do Homme, en el Parque Nacional de Peneda-Gêres, o las humeantes aguas balnearias de Lobios. Y queda, sobre todo, una inmersión mágica en el otoño gallego: en la vida que alienta, en silencio, en las entrañas de sus bosques. Os dejo algunas fotografías tomadas durante este fin de semana como botón de muestra. Y un aviso: el próximo fin de semana se celebra en Allaríz la Feira de Outono (Feria de Otoño). Por si alguien se anima.