27/8/09

Visitar librerías

Como soy un alumno aplicado, he seguido cumpliendo los consejos que emanaron de la última reunión con el equipo comercial de nuestra distribuidora: acercarme a las librerías y poner rostro al proyecto editorial. Acabo de llegar de una rápida incursión por algunas de las más señeras de Gijón y Oviedo. Hora y media en coche de ida y otro tanto para el retorno. La memoria se nutre de los olores: esta mañana al salir de Tapia y bajar por la escaleras del apartamento hacia el coche nos llegaba, espeso, el olor a leña quemada del horno de pan que tenemos a la vuelta de casa. Es la panadería de Suso, la que desde hace años trabajan Rafa y José Juan, sus hijos. El segundo, por cierto, era un experto pescador de salmonetes en el muelle de Tapia, cuando guajes. El dulce olor del humo de la leña me trajo el sabor del pan y, también, el de aquellos años de la infancia. Luego enfilé con mis dos pequeños hacia Gijón: hoy el día está nuevamente encapotado y podíamos prescindir de la jornada de Larssons playera. Ayer estuvimos volando una cometa por la playa y luego dando un tranquilo paseo en bicicleta siguiendo el itinerario habitual: playa de Represas, Mantaras, playa de Los Campos, antigua cetárea, mirador de Os Cañóis y muelle.

En Gijón hice una rápida visita a tres librerías (situadas en muy pocos metros): la primera parada era obligada en Paradiso. Con Chema había charlado muchas veces por teléfono, sobre todo hace años, cuando cambiamos de Terrier a UDL y surgieron los problemas lógicos de ajuste en la distribución. Chema es uno de los libreros de referencia de la ciudad y su local rezuma amor por la literatura, con los anaqueles abarrotados de ejemplares y cuidadosamente ordenados por materias. Me comentó que agotó su pedido de ejemplares de Loser, el último libro que hemos editado de David González (por cierto, ayer estuvo grabando unos poemas para el programa La Estación Azul (Radio 3). Lo estuve comentando anoche en el muelle de Tapia con Manuel Rico y Esperanza, en viaje de descubrimiento por A Mariña lucense. También de la recomendación de lectura de los Poemas de un novelista, de José Donoso, que hizo hace dos días Ignacio Elguero en el magazine matinal de Radio1. Luego conocí a María, de la Librería Central, y con la dueña de otra pequeña librería situada entre ambas, Safo.

Después de comer, ya en la capital del Principado, deambulamos por las callejas que circunvalan la vetusta catedral ovetense. En Ojanguren conocí a Roberto y Begoña y les hablé (con entusiasmo) de nuestras próximas novedades de Handke y Conti. También de Szimborska. Insistí en nuestro proyecto narrativo. En La Palma me sorprendió su escaparate, con once títulos diferentes de Libros del Asteroide. Chapó para Luis Solano. Le prometí a Javier Cambronero enviarle unas fotografías. Y espero en breve telefonear al encargado de la librería para descifrar el misterio...

Una última curiosidad: me saltó una alerta de Google sobre nuestro libro de Siri Hustvedt. Es del blog del navarro Álvaro de la Rica. Ha propuesto un texto extraído del poemario para sus alumnos en los exámenes de septiembre. Andando se hace el camino...

2 comentarios:

Eva Monzón dijo...

eso es, los libros no son simples objetos de compra-venta, hay que tratarlos con cariño, ir en persona a recomendarlos a quienes los cuidaran, recomendarán y nos harán felices con su lectura.
Han de llegar lejos

Lola Torres Bañuls dijo...

Prefiero ir a las librerías antiguas y no a los grandes almacenes para comprar libros y detenerme en los estantes.
Tiene cierto encanto que no tienen los grandes almacenes.
También me gusta mucho las liberrías antiguas y de ocasión. En Valencia hacen una Feria todos los años por Fallas y esta genial. Las tapas de los libros antiguos me encanta.

Un saludo.

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