Acabé hace un par de días con mi lectura de uno de los libros que más está sonando en los últimos meses: La soledad de los números primos, de Paolo Giordano. Como editor uno anda siempre intrigado por saber qué ingredientes secretos componen estos libros que arrasan en las librerías sin distinción de edad, sexo, raza o religión. El Santo Grial de la literatura, vamos. Que el libro lo editara Salamadra es ya una garantía, ese sello de calidad que -en buena medida- querría para nuestras colecciones y que, en definitiva, haga crecer la confianza de nuestros lectores-compradores en los títulos por los que apostamos con tanto esfuerzo. Concluí, digo, la lectura de esta novela con cierta decepción. Uno espera bastante más aunque, es cierto, el desarrollo de la historia es ágil y la construcción de los dos personajes principales, sobre todo el de Mattia, está bastante lograda. Digamos que el andamiaje es bueno pero me he quedado con las ganas de mucho más. Algo que me conmoviera definitivamente sin necesidad de identificarme con ninguno de estos dos personajes y sus respectivas soledades, distanciamientos y silencios. Me intrigaba desempañar, como un puño que limpia el cristal para ver al otro lado, el secreto del éxito arrollador en Italia de esta novela. No me fío de las casualidades. No me creo, por ejemplo, el cuento que narraba el otro día la editora que fichó a Larsson para Debate en una entrevista publicada por El País. Como si nos quisieran hacer creer que las hadas, en esto del mercado literario, existen. Como si fuera una casualidad que una editorial perteneciente al todopoderoso Grupo Planeta llegase a vender los libros por millones. ¿Queréis que os diga cuántos ejemplares hubiera vendido Bartleby del exitazo editorial del sueco? Creo que ya lo imagináis. El milagro sería que Giovanna Rivero, a la que descubrí a través de las lecturas de blogs, llegase a vender unos miles de ejemplares en nuestra colección. Muchas de las causas que explican el éxito o el malvivir tienen su razón de ser en la misma estructura de este mercado tan saturado. En nuestra incapacidad para quebrar la globalización de las pasiones.
En resumen: no entiendo muy bien por qué de un libro como éste se extrae un best-seller y de otros muchos, muchísimos, situados bastantes peldaños más arriba, sólo se consigue una legión de lectores de culto. O sí...
La otra ciudad: Santander
Hace 10 años
3 comentarios:
Ese es uno de los grandes enigmas del universo literario; ¿por qué unos sí y otros no?, ¿cuál es la fórmula secreta del éxito?, ¿qué vale más la pena, escribir para vender, o simplemente, escribir esas historias, quizá invendibles, que nos esclavizan, pidiendo paso a través de las palabras, de la propia vida, y que no paran de crecer en nosotros hasta que no trazamos la última letra?
Luego, tendría que ser el lector el que decidiese si valió la pena escribirla, no el marketing.
Vamos, Pepo, no te muerdas la lengua; antes de estar metido en este circo ya leía o escuchaba comentarios sobre cómo funciona esto...pero tú lo puedes contar de primera mano. Vamos, no te muerdas la lengua...
Un apunte, la editorial de Larsson es Destino y no Debate. En cuanto a las magnitudes de la venta, creo que pueden variar ligeramente, pero no sustancialmente: cuando Salamandra publicó a Harry Potter, fue el fenómeno el que tiró de las ventas, no la editorial, que era y es independiente y en aquél entonces no tenía recursos para una macro-campaña (ahora ya tiene más). Pero el ingrediente último no es el márketing, nunca lo es, aunque lo parezca. Son los lectores. ¿Dictadura o democracia del mercado? Suma y sigue... (In My Humble Opinion).
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