"
Cuando despertó, el dinosaurio todavía estaba allí", escribió Monterroso. Este dinosaurio de corteza de piedra se avista mejor desde la cara norte, a la sombra del Almanzor, donde el Circo de Gredos asemeja una colosal espina dorsal. Es el terreno del canchal, de los neveros inalcanzables, del mohedal cerrado". Eso publiqué otro otoño, hace ahora siete años en el suplemento
Motor y viajes de El Mundo.
Podéis leerlo aquí. Idéntico estremecimiento al contemplar el barranco y la calzada romana desde el mirador mucho tiempo después...
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