18/9/07

Correo póstumo

Ayer la cartera que un par de veces por semana nos reparte el correo me trajo un certificado. Después de firmar en el impreso de entrega (nombre, apellidos, denei encima de la rúbrica) me entregó un montoncito de cartas. Total, ya no iba a introducirlas en el buzón. Nuestro buzón es grande, no tiene nombres, y el correo se moja cuando llueve. Entre las cartas del banco y de repsol gas apareció un sobre de pequeño tamaño, con la letra inconcundible de Tonio, mi viejo amigo muerto días atrás. Él la había escrito el día siete y su mujer, ahora viuda, la había puesto en el correo junto con otras cartas a la mañana siguiente. Muchas veces había pensado que este sería un buen tema para un relato: una carta que se recibe después de la muerte de quien la había escrito. Cómo imaginar que la vida puedes ser tan frágil e irónica a la vez. Aquí, junto al teclado del ordenador está la carta que un amigo me escribió pocos días antes de morir. Carta que no tendrá respuesta por mi parte. Carta en la que me agradece los últimos libros que le envié a casa justo antes de escapar del sopor de Madrid hacia Asturias, a finales de julio. Carta en la que, al fin, uno puede constatar lo mal que andaba el bueno de Tony y cómo aún sacó fuerzas para alegrarse por nuestros libros y repartir ánimos. Sólo voy a poner aquí abajo su última frase: "espero que sigas con la lucha. Nada más Pepo".

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