Ayer iniciamos el segundo asalto a las vacaciones estivales. Mientras Sara dormía plácidamente en el asiento trasero del coche, Miguel y yo disfrutamos del amanecer, con el sol convertido en un bola anaranjada alzándose sobre el horizonte de la Tierra de Campos vallisoletana. Luego, por la tarde, me encaminé con Sara hasta los acantilados que enfrentan el faro de Tapia para fotografiar el ocaso. Por la mañana el cielo era una pantalla de azul líquida y totalmente despejada. Al caer la tarde, en la costa asturiana, el astro remoloneaba entre la capa de nubes panzudas y grisaceas que envolvían el horizonte.
Ayer recibí la llamada de un librero pamplonés, entusiasmado tras su lectura de las pruebas encuadernadas de Amor malo y feroz, el libro de relatos de Larry Brown que publicaremos este próximo otoño. Hoy el correo-e lo he recibido de Javier, de la Librería Cervantes, de Alcalá de Henares, igualmente encantado y divertido con el libro de Brown. Luis Ingelmo, su traductor y mentor, se ha encargado estos días de repartirlo por las librerías de Zamora y Salamanca en las que resulta habitual encontrar nuestras novedades.
El sopor de la hora de la siesta se extiende entre los gañidos de las gaviotas y el suave balanceo de las ramas de los árboles ahí afuera, al otro lado de la ventana...
No hay comentarios:
Publicar un comentario