Daniel Monzón ha construido en su última película, Celda 211, un thriller carcelario que escapa (con nota muy alta) a la atonía general que adormece al cine español. Realismo sucio donde los funcionarios se confunden con los convictos y el mundo se muestra tal como es, patas arriba, difuminando las lineas que separan a los de dentro y los de afuera: los malos no son tan malos y, en el fondo, los buenos son bastante hijos de puta. Sólo hay que leer los periódicos cada mañana para darse cuenta de la melancolía en la que vivimos atorados. Vamos, que dan risa los trajes de Camps. El elenco de actores, con un Luís Tosar firme candidato al Goya al mejor actor protagonista y un Alberto Ammann que lo borda, hace un trabajo encomiable. Un ejemplo: Daniel Monzón ha conseguido que Resines no haga de Resines por una vez en su carrera. Eso sí que es un éxito. Y todo dulcificado por el breve e intenso contrapeso de Marta Etura, Elena en la película. La cinta se rodó en la antigua cárcel de Zamora: cuesta pensar que a día de hoy pueda haber centros penitenciarios en funcionamiento con esas condiciones en España. Es el único pero que le veo al juego que nos plantea Monzón. Aunque, probablemente, es que yo vivo en la inopia. Se estrena el 6/11 en toda España. Y no hay que perdersela.
La otra ciudad: Santander
Hace 10 años
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