1. La cabellera de la Shoá. Félix Grande (epílogo de Juan José Lanz). Tal como relató Félix Grande, antes de visitar el campo de Auschwitz-Birkenau, ya había viajado en otras dos ocasiones a Polonia, pero no había acudido al campo de concentración “quizá por cobardía”. Cuando lo hizo “creía que conocía prácticamente todo el horror que había allí”, pero no fue así. Lo que más le sobrecogió fue la enorme mata de pelo de mujer que se exponía en un escaparate de cristal a la mirada del visitante.
2. Beat Attitude. Antología de mujeres poetas de la generación beat (selección, traducción y notas de Annalisa Marí Pegrum). Hubo mujeres. Relegadas a un segundo o tercer plano por un canon crítico que, aun en nuestros días, sigue mitificando a las figuras masculinas del movimiento, las escritoras de la generación beat no se limitaron a ser meras amantes, esposas o amigas: también fueron escritoras prolíficas que, en numerosas ocasiones, no obtuvieron el suficiente reconocimiento. Beat Attitude, antología de mujeres poetas beatniks seleccionada y traducida por Annalisa Marí Pegrum, viene a restañar, en buena medida, esta laguna existente en las ediciones en español con una disección que incluye los poemas de Elise Cowen, Joanne Kyger, Lenore Kandel, Diane di Prima, Denise Levertov, ruth weiss, Janine Pommy Vega, Hettie Jones, Anne Waldman y Mary Norbert Körte. Es la vibrante poesía de unas mujeres atribuladas que se vieron obligadas a luchar contra las restricciones de la cultura, la familia y la educación imperantes en
5. La derrota de nunca acabar. Miguel Naveros. Las secuelas de nuestra Guerra Civil sobre la conciencia colectiva alcanzan a varias generaciones: son heridas que no acaban de cicatrizar. Los protagonistas de los once relatos de La derrota de nunca acabar, que comparten con su autor el nombre Miguel, reflejan la intensidad de esas consecuencias. Hombres y mujeres que vivieron la guerra y, en su caso, la postguerra, en el lado de los vencidos; hombres y mujeres que fueron poseedores de un sueño y de no pocas utopías barridas por la derrota de abril de 1939. Generación tras generación, en secreto o a viva voz,
6. Ficciones para una autobiografía. Ángeles Mora. Rastreando en los lugares de la memoria, con unas gotas de ácido o con un dedo de ternura y otro de sarcasmo, Ángeles Mora, una de las voces más sólidas de la poesía española actual (femenina o no femenina) nos ofrece en su último poemario una autobiografía fictiva donde se mezclan el mundo de ayer y el mundo de hoy. Consciente de que toda autobiografía es mentirosa, edulcorada o maldita, se limita a constatar ese carácter de ficción (esa mentira que se usa cuando se quiere decir alguna verdad) para resaltar el carácter de la autobiografía, para recuperar la memoria y desvelar sus lugares y sus tiempos. Porque la memoria siempre está ahí, es el refugio de ahora mismo. Las ficciones, pues, se utilizan para no dejar que las verdades se escapen por las grietas de la memoria, y así la autobiografía “finge” que se despoja de cualquier máscara para preguntarse si es otra mentira o no, para arrancarle al poema su verdad. En suma, la sabiduría poética que ya nos había mostrado Ángeles Mora en anteriores libros vuelve a presentársenos en Ficciones para una autobiografía con su mayor lucidez. JUAN CARLOS RODRÍGUEZ
7. Carencias. Esteban Martínez Serra. ¿Para qué más está la poesía, sino para salir de las ficciones sentimentalistas de la vida y verla de cuerpo entero? ¿Para qué más puede ser la poesía sino para visibilizar el esqueleto de lo vivo que no vemos? ¿Para qué sirve la poesía sino para anunciar lo que está roto en el orden natural? ¿Para qué está la gran poesía sino para que ese final que ya conoces te parta en dos o te dé la vuelta de adentro para afuera? En un poema sobre la poesía moderna Wallace Stevens afirmaba que esta es una puesta en escena, pero que es a la vez el escenario y el espectador. Sin duda es Carencias entonces un poema moderno, escrito en un tono de parábola. Intemporal se diría, aunque nunca antes se pudo haber escrito, no antes de que el mundo rodara hacia su abismo y rompiera su orden natural, y las palabras son aquí el dominio exclusivo de Esteban Martínez Serra y las criaturas que atiende son su hijo y su padre, aunque sean buitres. VALERIE MEJER
8. Cuentos de los viernes. Justo Sotelo. Los Cuentos de los viernes son una historia de amor entre “ella” y “él”, dos personajes sin nombre que no pertenecen a un país concreto. Se aman a través de la literatura, en la realidad y la ficción. A lo largo de la primera parte, UNO, van descubriendo poco a poco la realidad del mundo en el que viven a través de sus cuerpos, de los sentidos, de sus miradas. En la segunda parte, DOS, empiezan a convertirse en literatura, y es ahí donde su historia de amor pretende hacerse eterna, algo que consiguen en el encuentro de sus almas, TRES, donde el tiempo y el espacio desaparecen y solo quedan ellos, “él” y “ella”, fundidos en el Universo. Por eso el lenguaje también se extingue con ellos tras alcanzar el clímax. Estos microrrelatos son una selección de los cuentos publicados por Justo Sotelo durante los años 2014 y 2015 en el Diario Progresista, donde han tenido un gran éxito de lectura y magníficas críticas.
9. La oscura voz del cisne. Angelina Gatell. Angelina Gatell, en este su octavo libro de poemas, se enfrenta a la memoria personal y a la memoria colectiva de un tiempo que ha dejado una profunda huella en la conciencia de varias generaciones. Y lo hace recobrando la densidad y el calor de las amistades vividas y de los momentos compartidos con quienes son parte esencial de la historia de la poesía en castellano del último medio siglo. Los amigos que llenaron tertulias memorables, las amigas con las que maduró entre sueños y decepciones, los instantes de amor, de felicidad compartida o de dolor e incertidumbre. La oscura voz del cisne está hecha de poemas intensos, reflexivos, cargados de emoción, en los que se transparenta, más allá de la propia experiencia de la autora, la respiración de quienes, a lo largo de su dilatada vida, han contribuido a edificar su biografía, su educación sentimental y cultural, su poesía en definitiva. Eso sí, tamizada por la cotidianidad del tiempo joven evocado, por la melancolía ante las pérdidas, por la proximidad de la muerte: Hierro, Blas de Otero, María Beneyto, Vicente Aleixandre, Pablo Neruda, Ángela Figuera, Meliano Peraile o Gerardo Diego regresan junto a muchos otros seres y escenarios cercanos y queridos (el padre, los hijos, la hermana, la ciudad de entonces, un histórico café…), parte esencial del imaginario que aguarda “en un lugar de mí donde pervive / algo del él, del tú, del yo que aún duelen tanto”. MANUEL RICO
10. El Sur. Marcin Kurek. Ante la inminencia de una fatalidad, imaginada o real, el pensamiento humano se rebela y busca una justificación de la vida a través de un recuento de los acontecimientos por los que ha pasado, establece relaciones a partir de hechos que son en realidad arbitrarios e intenta darle un sentido, aunque este se resista a quedarse dentro de un marco racional. Así es como construye su propia imagen, partiendo de una serie de premisas que resultan ser ilusorias. El protagonista del poema largo El Sur de Marcin Kurek piensa que está en sus últimas horas de vida después de saber que ha bebido de una botella en la que habían traído, en un viaje por Europa hasta Polonia, una rama de adelfa. A partir de ese momento, empieza un viaje en su interior, un repaso mental que va en varias direcciones: es geográfico, donde tienen una gran presencia Italia, Francia o España, es temporal y es intelectual. Realiza su propia “anábasis” en un sentido literal y en un sentido metafórico. Galardonado en 2010 con el Premio de la Fundación Koscielski, uno de los más prestigiosos de su Polonia natal, El Sur es un gran poema de la modernidad XABIER FARRÉ
11. Cíngulo y estrella. Marta Sanz. Cíngulo y estrella, cuarto poemario de Marta Sanz, es un cancionero de celebración. De celebración de dos cuerpos que se reescriben el uno al otro mientras el tiempo pasa. Treinta años. Estos poemas hablan de lo que el amor leal puede tener de subversivo en una época en que la pornografía deja de transgredir las normas para convertirse en moneda de cambio del capitalismo. Hablan de la falta de solemnidad de la convivencia, de la compañía, del amor como sentido de la propiedad y del ahorro. De la pereza y de la generosidad como acto reflejo. De las mutaciones del sentimiento y de que no todas las mutaciones significan desgaste.
La palabra nace de la dificultad y del
atrevimiento de llevarle la contraria y corregir formas aletargantes,
cursis y domesticadas, de expresar y sentir el amor. Se aspira a
renovar el imaginario al uso para indagar en la pasión amorosa y sus
metamorfosis; en la sexualidad genital y en otros conceptos de la sexualidad;
en los celos retrospectivos, los encuentros imposibles, los malos augurios
y las relaciones condenadas a morir que, pese a todo, persisten.
Cíngulo y estrella es un cancionero. Una mujer casada cuenta una historia. Con alegría y una punta de cinismo.
Cíngulo y estrella es un cancionero. Una mujer casada cuenta una historia. Con alegría y una punta de cinismo.
12. Cuando dijiste no ¿querías decir nunca? Fani Papageorgiou. Es de celebrar que se
edite ahora por primera vez en español Cuando
dijiste no, ¿querías decir nunca?, primer poemario de Fani Papageorgiou, griega de nacimiento,
formada en los EE. UU. y residente desde hace años en Londres. La de Papageorgiou, como toda buena poesía,
no busca cosas extrañas sino lo que de extraño hay en las cosas. Una intención
de narrar la sentimentalidad del mundo desde el punto de vista de la anomalía,
intención que por un breve instante de tiempo une la intención de la poeta con
la del científico. La mirada extrañada que tuvo que tener Newton para ver lo
raro que es que una manzana siempre caiga hacia abajo y no hacia arriba, no se
diferencia de la mirada extrañada que tiene Fani Papageorgiou para decirnos tan certeramente cómo termina el
amor o cuando propone una delirante y sorprendentemente empírica Escala de
Beaufort (aquella que mide la velocidad del viento). Intuiciones que en sí
mismas crean una red de analogías tan seminales de la tradición como
contemporáneas. La poesía en nuestro idioma está de enhorabuena con esta publicación.
AGUSTÍN FERNÁNDEZ MALLO
13. Buena gente. David Lindsay-Abaire. Margarita, la protagonista de Buena gente, es una heroína de
nuestros días. Madre soltera de una chica de cuarenta años que
tiene un severo retraso físico y psíquico, Margarita hace todo lo
que puede para sobrevivir con su hija en un mundo cada vez más
frío, más inhumano y más cruel para la gente a la que la suerte les
ha sido esquiva. Los personajes de Buena gente están tan bien
construidos que uno casi siente que los conoce o que, al menos, se
ha cruzado muchas veces con ellos. Da igual que vivan en Boston,
Buenos Aires o Madrid, o que se llamen Margaret o Margarita. Y
es que David Lindsay-Abaire y su protagonista lo tienen muy
claro: tu vida puede cambiar solamente con un golpe de suerte
y Margarita, como cualquiera de los millones de personas que
habitan en las grandes ciudades del primer mundo, nunca lo ha
tenido. Quizá también podría haberle ido mejor si no hubiera sido
tan buena gente, pero ella nunca eligió ese camino. Cuanto más se
acerca el teatro a la vida más me gusta. Y esta obra, ya lo verán,
es pura vida. DAVID SERRANO
14. Sistemas inestables. Rubén Martín. “¿Y si un poema pudiera deformar la realidad, filtrarse por sus poros, sustituirla lentamente?”. Las cinco composiciones que forman este libro, independientes pero comunicadas entre sí, son Sistemas inestables que proponen diferentes respuestas, desviándose de sus puntos de equilibrio para cuestionar en ese movimiento las fronteras entre identidad y alteridad, pureza e impureza, lo vivo y lo inerte, el yo y sus prótesis. Mediante un lenguaje que se interroga a sí mismo y no oculta las huellas del proceso de escritura, Rubén Martín persigue la creación de un espacio de incertidumbre donde sentir y pensar de forma lineal sea imposible, en el que quizás “no existen mapas” que dirijan y controlen nuestra percepción del mundo.
16. La ciudad. Diego Jesús Jiménez. La
ciudad, con el que Diego Jesús Jiménez obtuvo el premio
Adonais de 1964, es un libro innovador, hasta cierto punto insólito, que, 50
años después de su publicación, mantiene plena vigencia. El paso del tiempo no
solo no ha atenuado sus calidades, sino que las ha intensificado. Es un libro
vivo que gana en cada nueva lectura. Un poemario no ajeno a las conquistas de
la mejor poesía en castellano de la primera mitad del siglo XX: en él hay
despuntes surrealistas, hay carga meditativa, hay una peculiar mística laica y
una dimensión universal de la experiencia “ciudadana” del poeta (Priego,
Madrid, Cuenca), ceñida no solo a lo vivido, sino al propio acto creador. Es,
además, un libro de la memoria: personal y colectiva. Esta edición de Bartleby
Editores, conmemorativa de su medio siglo de vida, se acompaña de un riguroso
prólogo de Tomás Néstor Martínez y de un complemento de notas críticas sobre la
evolución de los poemas de Juan Manuel Molina Damiani.